Garabatos

Me da ganas de llorar de dolor
de rabia
de impotencia
de no saber qué hacer

Saco mis recuerdos y los tiendo a la luz
Me pierdo en un laberinto de nubez
de azul

Y no puedo
no puedo
y me revienta no poder
.
.
qué hago?
.
.
Mis ojos son mares
salados
.
.
qué hago?
.
.
Selladas las palabras
Mueren en mis labios
.
.
qué hago?
.
.
.
Impotencia



Grito ahogado



Dejo el lápiz




Tomo aire





Yo






He matado
.
.
.
.

Nunca seré spiderwoman

No me gustan las arañas, es más, las odio, y la verdad creo que ellas también me odian a mí.

Porque siempre aparecen cuando no hay nadie en la casa para socorrerme, porque no se conforman con quedarse en el jardín sino que entran a través de mi puerta y yo soy la única que me doy cuenta, porque cuando se saben decubiertas no se mueven, se quedan paradas mirandome con sus múltiples ojos, sabiendo que no me voy a atrever a matarlas y que mi indecisión será la bendición que les permita escapar del zapatillazo mortal.
.
.
.
Pero me atrevo, porque mas miedo que ver a una araña es saber que puedo ser picada por una. Es que de verdad les tengo miedo.
.
.
.
Desde cuando, no me acuerdo, no esta bién, si me acuerdo. Solo que no lo quería decir, pero ya que, bueno ahí va, no te rías, ya? estas listo?

Yo me inventé el miedo.

Sí, de verdad, te lo juro. Un día estaba pensado que yo no le tenía miedo a nada y pensando pensando se me ocurrió que debía tenerle miedo a algo, y entonces se me ocurrió, ahí estaba la idea de las arañas, era perfecta, era la fobia más común, entonces la cogí, la envolví y la puse en el baúl de mis miedos internos, esos que solo salen en pesadillas porque no son de este mundo. A partir de entonces aprendí a tener miedo a las arañas. Fue fácil porque tenerle miedo injustificada a cualquier cosa es lo primero que el ser humano aprende en la vida. Pero las cosas no salieron como yo las había planeado y derrepente me encontré un día conque el miedo a las arañas había crecido tanto que ya estaba aplastando a los otros temores.

Se salió de control y no sé como remediarlo. Aprendí el miedo y aprehendí el miedo, las dos cosas al mismo tiempo, pero la segunda más peligrosa que la primera porque ahora no sé como quitarmelo. La gente pensará que si yo decidí tenerle miedo a las arañas también puedo decidir no tenerles miedo. La gente no sabe nada. No se puede, es difícil, nisiquiera puedo ver como las matan, simplemente me cubro los ojos y espero que mi hermana, que es menor que yo, las liquide. Y la cosa no queda ahí, sigo haciendo berrienche hasta que alguién limpie su cadaver porque el solo saber que sus patitas retorcidad siguen en el suelo me da pavor hasta los huesos.

No sé que voy hacer, o tal vez si sé. Por ahora me estoy entrenando, ya puedo matar a las chiquitas, esas que parecen pelusitas llevadas por el viento, pero a las otras, a las de jardín, a esas les tengo respeto, con ellas sí que no me meto todavía, por lo menos hasta que adquiera un poquito más de experiencia.

Yo sé que cuando decida, y en verdad decida con una desición contundente, no tenerle más miedo a las arañas el temor del baúl se irá desinflando poco a poco. El problema es que todavía sigo vacilante, porque cuando uno piensa que ya no le tiene miedo a nada ahí mismito viene las vida a demostrate lo contrario, y son los miedos no reales los que más daño hace a las personas.

Hoy decidí que quiero ser valiente otra vez, pero ahora estoy demasiado cansada como para saber si la desición que tomo ahora me durará hasta mañana. Pero creo que me puedo quedar tranquila, mañana será otro día y vendrán otros temores conque lidiar, y no todos estarán relacionados con las arañas, así que podré enfrentarlos con el gusto de la valentía nueva adquirida.

Para tal caso, siempre me queda el recurso de reemplazar un miedo por otro, pero esta vez elegiré algo un poco más lejos de mi alcance, como el koala, por ejemplo.

y tú? a qué desicidiste tenerle miedo?
.
.
.